viernes, 4 de junio de 2010

Viaje al centro de la lycra

(Por Hipotálamo)
Brama la nuca, ¡truenos! Con auriculares nadie calla al coro de niños, trompeta anuncia suspenso, hilo con aguja, pie patea bajo cama. Páginas como sábanas entre pelos y sangre. El gran jabón pura pompa será, tan burbuja, apertura de paréntesis, cuatro cifras, guión, cuatro cifras, cierre de paréntesis, ¡biografías de neón! Usted qué hacía a tal edad, yo recibí tanto amor y nunca fui coro de niños. Si el tren no está limpio, si los vidrios, si el vendedor voz de radio, si los albañiles qué colectivos conviene, si todo eso juego a las caras de esas voces. Si en colectivo, el chofer pisa el freno pero lo hace porque mal armada fue la frase y la pausa ordena el recorrido. Atención, chicos de compra, las mercerías son un secreto terrible, vidrieras de brazos cortados por el codo, piernas por la rodilla, torsos sin brazos ni piernas, cabezas sin torso, guantes de mano, medias de lycra, camisones, hasta cascos de alambre para el maniquí sonriente porque el semáforo verde. Ah, grandioso sería el fin del motor, bajarse de cerca a la vidriera, vos, pegamento estira sonrisas, ¡cejas pintadas arcoíris! Ojos tan abiertos sin señal, pestañas de hule, bocas diciéndonos algo, brazos y torsos y piernas, cosidos por una mano real, el resto de la media de lycra hecha moño, metida en el hueco de lo hueso y carne, gasa calma sangre, ¡calma, sangre, calma!

1 comentario:

Anónimo dijo...

La calma es color verde jacarandá.