lunes, 31 de mayo de 2010

Caramelo

(Por Hipotálamo)
Este caramelo es color lengua y tiene forma de cuadrado, de cuadrado pequeño, unos dos centímetros cuadrados. Es color lengua saliva, si lo vemos envuelto en el celofán transparente. Hace ruido el celofán, sobre todo cuando se despega del caramelo. Por leyes del tacto, el celofán agoniza abollado mientras el caramelo abruma vida. Una cosa color lengua sobre una lengua, colegas coquetas, histéricas, húmedas e inquietas. Inquietas, desde el primer choque, cuando el caramelo reposa en la lengua hasta que se amortigua y una breve jalea los revuelve por la pista, los cuela contra el paladar, los empuja al reservado, apretados entre dientes y paredes de carne. Acá adentro todo tiene color. Afuera, el gato negro corre sobre el cubrefutón amarillo. Acá adentro hay negros y amarillos. Es necesario que la boca no se abra para mantener la oscuridad. Acá adentro todo está bien, nena. La música cae desde las orejas y tu banda deberá tener un repertorio amplio. Al menos hasta que el caramelo sea una pátina, apenas eso, tan irresistible para morderlo y las astillas se peguen a la comisura de los dientes. Otras astillas flotarán por el túnel de garganta, única escapatoria. La boca seguirá sin abrirse ni habrá menthol que obligue a la tos. Inútil, nena, buscar este caramelo en tu kiosco amigo. Lo receta una doctora. Con receta en mano autenticada por el sello autenticado por la facultad de Medicina autenticada por el subte línea D, dame la la mano, subamos por la escalera mecánica, sobremos al guardia, no miremos el locker. No robarás y lo sé, sólo veremos al farmacéutico alterado, soportaremos el agua de sus ojos, la lengua como humectante labial, y un caramelo cada seis horas, señor. Dijo señor. ¿Cuándo empezamos a elegir la escalera mecánica?