(Por Hipotálamo)
Un sábado perfecto empieza al mediodía, con el pelo revuelto por la noche del viernes. Sigue con un disco de Lou Reed y la ducha caliente. El placard está cercado y hace falta un mensaje de texto para pedir un boxer, bermudas y remera. Las gotas gordas rebotan en el cuello y se pierden con un poco de jabón. Una vez que llega la ropa, entra una orquesta de pingüinos. El sábado perfecto es perfecto cuando el guacamole del viernes resiste en cada plato y ¡a lavar! Mi buen vecino, ¿algún cenicero que enjuagar?
Un sábado perfecto es de teléfonos fijos: una mano para los números y la otra (¡tengo dos!) para el tubo y cuatro llamados: a mamá, al padre de un amigo que cumplió años, al amigo que cumplió años, y a un amigo que cuenta sueños. Entre besitos para la familia y saludos a los que me conocen, se confirman los tickets para el recital del martes. Nos juntaremos en un barrio que no conocemos, beberemos e iremos a pie. Radiohead y sus casas de naipes nos invitan a pasar. Es sábado y ya tengo un plan genial para el feriado de la semana que viene. Mi buen viajante, ¿una manta extra?
Un sábado perfecto baja a las calles. El ipod ha sido cargado con música de sábado perfecto y la bicicleta fue inflada por un muchacho que hasta llegó a sonreírme. ¿Soy yo o no hay bufidos de subte? Una selva perdida estuvo siempre a dos kilómetros de mi casa, pero sólo se la encuentra en un sábado perfecto. Abundan ruedas, campanitas, canastos, tetas masculinas, mujeres venciendo al tiempo, unos besitos en el escondite de la primera vez y yo, ya manejando con una sola mano, tarareo California Girl de los Beach Boys. ¿Es el año 88, querida?
Un sábado perfecto no tiene rutas ni mapas. De alguna manera volveremos. O no. Quizás no había que volver. Quizás no había que ir. Y como el libre albedrío sólo vale bajo techo, un cartel inunda un campo de césped recién cortado: “prohibido los juegos de pelota”. ¡Cuidado, ahí viene una! Alcanzo a esquivarla y bajo a otras plazas aunque las bocinas se escuchan más fuerte después de tanto silencio (un mosquito me picó en la pantorrilla, me parece). Y mientras el regreso se pone rancio con la voz de Cash, descanso. Viene el heladero: un bombón, por favor. Dijo gracias. Y hasta luego.
6 comentarios:
Radiohead? Cuánta envidia!!!!
Lindo texto, agil lectura... ideal para el sábado. Post de sábado perfecto, sí señor.
Buen finde :)!
Si sábados así de perfectos te arrancan textos así de perfectos, entonces que la semana sea sólo sábados, Alfred. Dá gusto leerte siempre... pero hoy, mucho más.
Me encantó!
Abrazo!
Buenísimo lo de Radiohead, un poco de envidia. Lindo sábado, algún día voy a pasear por ahí. Un gusto leerte, como siempre, sobre todo si es lunes. Besos mi amigo.
Noche en la ciudad... ¡sábado!
gente que viene y que va... sábado!
tengo un billete de mil... ¡sábado!
y chicas para salir ey, ey
y otra vez en la vía, sentado en la silla del viejo café (la casa de gonza) seeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Un sábado perfecto es el que descanso. Prefiero laburar los domingos para esquivar el karma. ¿Qué tal Radiohead? Abrazo.
Pasajera: gracias por subirte. mirá atrás al bajarte.
Dear Bruce: siempre tan generoso con sus palabras. No le pierdo el rastro.
Mente: envidio tu envidia.
Stu: uh, uh, uh!
Juanjo: fue fantástico lo de Radiohead. Caer en el elogio es facilongo así que te digo dos malas: mucha gente que me puso incómodo y un golpe de realidad al ver tanta creatividad delante tuyo y uno como simple espectador...
Saludos, muchachada. Gracias por pasar.
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