(Por Hipotálamo)
Hoy el mundo es una nena sobre el borde del balcón. Se despide de la abuela con la vocecita distinta a la de la radio del taxi, a la del televisor y a las cuatro del bar. Al lado de la abuela que le sopla besos pasa una mujer con las compras para la cena. Llevaba dos bolsas infladas de verduras y paquetes. Debiera sonreír por la tierna escena que supone el amor entre generaciones.
Hoy el mundo es el último chorro de soda. Cuando el gas le suelta la mano al agua, el pico exhala un quejido. Como si el sifón fuera un cuerpo alquilado, el cliente desconoce piedad y lo golpea contra la mesa. Hunde la yema del pulgar sobre la palanquita (casi la rompe) y el resultado sólo se altera por un estornudo de gotitas y por un pedido: "no doy más".
Hoy el mundo es la pareja que quiere cruzar la calle tomada de la mano. Visten ropa barata pero caminan decididos hasta que el giro de un auto importado los intimida. El automovilista les cede el paso y la pareja sigue sin devolverle el gesto. El automovilista cruzará muchas calles más hasta su destino y otra pareja lo insultará porque no frenó.
Hoy el mundo son dos amigos que pagaron la cuenta y no se van. El mozo se había acercado a la mesa, pero tuvo que disculparse marcha atrás a la barra porque el amigo que aun no termina de hablar contaba los billetes que costó un par de cervezas. El otro amigo jugaba con la correa de la cámara de fotos con las que esperaba retratar algunas esquinas si la luz se lo permitía.
Hoy el mundo es una nena sobre el borde del balcón. Se despide de la abuela con la vocecita distinta a la de la radio del taxi, a la del televisor y a las cuatro del bar. Al lado de la abuela que le sopla besos pasa una mujer con las compras para la cena. Llevaba dos bolsas infladas de verduras y paquetes. Debiera sonreír por la tierna escena que supone el amor entre generaciones.
Hoy el mundo es el último chorro de soda. Cuando el gas le suelta la mano al agua, el pico exhala un quejido. Como si el sifón fuera un cuerpo alquilado, el cliente desconoce piedad y lo golpea contra la mesa. Hunde la yema del pulgar sobre la palanquita (casi la rompe) y el resultado sólo se altera por un estornudo de gotitas y por un pedido: "no doy más".
Hoy el mundo es la pareja que quiere cruzar la calle tomada de la mano. Visten ropa barata pero caminan decididos hasta que el giro de un auto importado los intimida. El automovilista les cede el paso y la pareja sigue sin devolverle el gesto. El automovilista cruzará muchas calles más hasta su destino y otra pareja lo insultará porque no frenó.
Hoy el mundo son dos amigos que pagaron la cuenta y no se van. El mozo se había acercado a la mesa, pero tuvo que disculparse marcha atrás a la barra porque el amigo que aun no termina de hablar contaba los billetes que costó un par de cervezas. El otro amigo jugaba con la correa de la cámara de fotos con las que esperaba retratar algunas esquinas si la luz se lo permitía.
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