(Por Hipotálamo)
Una cara viste ese pie. Son veinte pirámides de goma con el casco fundido. De las rutas que conducen a las pirámides, la del medio ha resultado tan dañada que quisiera besar una pelota de agua. Son veinte rutas separadas por polvo entretenido en los márgenes. Mientras que la ruta del medio es la más usada porque lleva a la pirámide más alta, la distancia del resto disminuye hacia los costados en relación con las pirámides. Esto genera un caparazón que cubre cuatro dedos y la mitad del meñique. Donde nace el empeine comienza un terreno de lona cuyas hilachas se mantienen imperceptibles. Esto se parece a una gran frente de un joven de clase acomodada ya que no presenta arrugas horizontales. Desde las pirámides que nadie visita (se mantienen honestas al taller del calzado) nacen dos cordilleras de tela reforzados por brazos, cabecitas, brazos y cabecitas. Hasta el tobillo se forma una cadena donde habitan los ojos de la cara: son dos y de cada uno caen siete lágrimas. El llanto es evidente porque un gran cordón los conecta hasta llegar al moño. Este llanto suele producirse cuando una estrella llega a Ezeiza, recibe saludos por la simpática tira de estudiantes y anuncia su primera biografía.
1 comentario:
Sin comentarios, amigo. Me dieron ganas de comer lemmon pie, supongo que por el título. Besos, te quiero. Cuidate
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